IMÁGENES BÍBLICAS DE LA IGLESIA

La eclesiología es una subdivisión de la teología sistemática. Se ocupa de la naturaleza, función y misión de la iglesia. Podemos comenzar a entender esos aspectos de la iglesia por medio de la palabra griega kyriakon, de donde vienen los vocablos kerk en holandés, kirche en alemán y church en inglés. Kyriakon se refiere a aquellos que son posesión del kyrios, el Señor.

La palabra griega ekklesia es la que se traduce al español como «iglesia». Esta palabra está compuesta de dos partículas. El prefijo ek-, que significa «afuera de» o «desde», y una forma del verbo kaleo, que significa «llamar». De modo que ekklesia significa «los llamados hacia afuera».

Sin embargo, la iglesia no siempre refleja lo que implica su nombre. Esto es así porque, como dijo Agustín, la iglesia es un corpus per mixtum, un cuerpo mezclado. La iglesia en este mundo está compuesta por una combinación de trigo y cizaña. Aunque es llamada a buscar la pureza, Cristo advirtió contra el peligro de tener una disciplina super estricta en la iglesia que al tratar de sacar la cizaña pueda también dañar el trigo (Mateo 13:24-30).

Jesús también dijo: «Muchos me dirán en aquel día: ‘¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’. Entonces yo les declararé: ‘Nunca les he conocido. ¡Apártense de mí, obradores de maldad!»‘ (Mateo 7:22, 23). Por eso Agustín hizo una distinción entre la iglesia visible y la iglesia invisible. 

LA IGLESIA INVISIBLE

En la teología se usa la frase iglesia invisible para referirse a aquellos que componen la iglesia verdadera de Jesucristo; es decir, aquellos que son verdaderamente regenerados. En cambio, la iglesia visible son todas las personas que dicen estar en un estado de gracia y que se identifican con la iglesia. La iglesia invisible se llama así porque, según las Escrituras, podemos evaluar una profesión de fe y un compromiso con Cristo solo basados en las apariencias externas. Si alguien me dice que es cristiano debo asumir que me está diciendo la verdad. No puedo leer su corazón. El estado verdadero de su alma está más allá de mis capacidades de escrutinio.

Pero lo que es invisible para nosotros es claramente visible para Dios. Nosotros estamos limitados a las apariencias externas; Dios puede leer el corazón. Para Dios no hay nada invisible en la iglesia. Todo está claro y abierto a sus ojos. Debemos evitar la idea de que la iglesia invisible y la visible son entidades separadas. Como observó Agustín, la iglesia invisible se encuentra sustancialmente adentro de la iglesia visible. De manera que la iglesia invisible está compuesta de los verdaderos creyentes dentro de la iglesia visible.

Agustín también subrayó que hay verdaderos creyentes, miembros de la iglesia invisible, que por una variedad de razones no se encuentran en las listas de las iglesias institucionales. A veces un creyente es providencialmente impedido de unirse a una iglesia visible. Por ejemplo, puede llegar a ser un creyente pero morir antes de tener siquiera la oportunidad de unirse a una iglesia. Ese fue el caso del ladrón en la cruz según el Evangelio de Lucas (23:32-43). Del mismo modo, alguien puede ser impedido de unirse a una iglesia porque está aislado de otros creyentes.

Y otros más pueden estar afuera simplemente porque han abandonado sus responsabilidades como cristianos. Por una u otra razón se quieren mantener afuera, sin unirse oficialmente a una iglesia. Muchos cristianos, particularmente en nuestra cultura actual, están tan frustrados con la iglesia institucional que deciden no entrar a la membrecía de la iglesia. Sin embargo, en mi opinión, eso representa una transgresión seria contra el Señor Jesucristo, quien estableció una iglesia visible, le dio una misión y nos llamó a formar parte de ella. Algunos que están comenzando en la fe no se han dado cuenta de que pertenecen a una iglesia visible y que es su deber estar ahí. No entienden aun la importancia de pertenecer a una iglesia y por eso no asisten, pero sí son creyentes. Sin embargo, si alguien aprende que se requiere que esté en una iglesia y aun así persiste en permanecer fuera de la membrecía, entonces sí podemos plantear la cuestión de si esa persona realmente es cristiana.

Algunos cristianos no pertenecen a una iglesia visible porque han sido excomulgados. La excomunión (quitarle a alguien la comunión de la iglesia) es el paso final en el proceso de la disciplina eclesiástica. Una vez que alguien ha alcanzado este punto, la iglesia le debe considerar como un no creyente. En última instancia hay solo un pecado por el cual alguien puede ser excomulgado, y es la impenitencia. Si un pecador se arrepiente durante las etapas iniciales del proceso disciplinario de la iglesia, esa persona puede mantener su comunión en la iglesia visible. El último paso, la excomunión, se lleva a cabo solamente si la persona se rehúsa a arrepentirse. En teoría, puede haber cristianos verdaderos que caen en pecados escandalosos y que incluso persisten en el pecado durante todo el proceso de la disciplina eclesiástica, de modo que lo único que les hace volver en sí es la excomunión. De hecho, este es el propósito de la excomunión.

El punto es que la iglesia invisible, el cuerpo del verdadero pueblo de Dios, existe sustancialmente dentro de la iglesia visible, y es nuestro deber ser parte de ella como gente que pertenece al Señor.

RAÍCES DE LA IGLESIA

La iglesia tiene raíces tan antiguas como el jardín del Edén. Adán y Eva, en la adoración directa que ofrecían a su Creador, eran la iglesia. Algunos han trazado el origen de la iglesia después de la caída en Abel. Por ejemplo, Yves Congar, un teólogo católico romano del siglo XX, escribió un ensayo titulado Ecclesia ab Abel, es decir: La iglesia desde Abel. En ese obra, Congar argumentaba que la iglesia no comenzó en el Nuevo Testamento; en realidad, comenzó mucho antes al ver a Caín y Abel, los hijos de Adán y Eva, en adoración (Génesis 4), y el autor de Hebreos indica que Abel hizo su ofrenda por fe (Hebreos 11:4).

Si yo hubiera escrito ese ensayo, lo habría titulado La iglesia desde Adán, porque creo que el concepto de iglesia se puede trazar incluso más atrás, hasta el padre y la madre de Caín y Abel, que disfrutaban la comunión y la presencia íntima de Dios, lo cual ciertamente incluía el acto de adoración. Donde encontremos personas que confían en Dios para su salvación por medio de Cristo (o en el caso de los santos del Antiguo Testamento, por medio de la promesa de Cristo), ahí encontramos la iglesia. 

Fuente: TODOS SOMOS TEOLOGOS Una introducción a LA TEOLOGÍA SISTEMÁTICA, R.C. Sproul, Editorial el Mundo Hispano, El Paso, TX, 2015.

Deja un comentario